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MÓNACO, DE LAS EXPEDICIONES POLARES A LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
El príncipe Alberto I, explorador y visionario, abrió el camino a finales del siglo XIX organizando varias expediciones en el Ártico y Spitsbergen con el objetivo de conocer mejor unos entornos que en aquella época eran poco conocidos y estaban bien conservados. Unos cien años después, el cambio climático ha producido una situación muy diferente. Tras seguir los pasos de su tatarabuelo al Polo Norte y completar el camino visitando el Polo Sur, S.A.S. el Príncipe Alberto II se ha comprometido, convencido de que sólo la cooperación internacional puede salvar los polos.
Así, el Principado de Mónaco apoya proyectos sobre el terreno a través de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco y la investigación a través del Centro Científico de Mónaco. Paralelamente, fomenta el diálogo entre los expertos científicos, las asociaciones, las empresas, los gobiernos y el público para la conservación de los océanos a través del Instituto Oceanográfico. El compromiso de S.A.S. el Príncipe Soberano ya ha hecho posible en varias ocasiones la acción en favor de los polos, abogando por la prohibición del combustible pesado en el Ártico o por la creación de Áreas Marinas Protegidas, por citar sólo dos casos.
MÓNACO APOYA EL INFORME ESPECIAL
DEL IPCC SOBRE EL OCÉANO Y LA CRIOSFERA
En el contexto del cambio climático, este informe, que detalla la situación de las regiones polares, fue solicitado en 2016 por gobiernos, organizaciones observadoras como el Gobierno del Príncipe de Mónaco, la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco y sus socios. Hecho público en Mónaco en 2019, explica en particular el impacto del calentamiento global en los hielos polares. Subraya las consecuencias para la biodiversidad de estas regiones y recuerda las desastrosas repercusiones que los cambios en los polos tendrán en el resto del planeta.
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Retroceso del glaciar Lilliehöök en el noroeste de Spitsbergen entre 1906 y 2005.

"Las regiones polares no son zonas rodeadas de hielo eterno, aisladas de los grandes cambios planetarios. Desempeñan un papel insospechado en los grandes trastornos que afectan a nuestro planeta".

Impulsado por los relatos de su tatarabuelo, S.A.S. el Príncipe Alberto II viajó por primera vez al Extremo Norte con sus padres y sus hermanas: un viaje que él mismo calificó de iniciático. Tenía entonces 24 años. Desde entonces, su interés por estos territorios extremos nunca ha disminuido. Siguiendo los pasos del Príncipe Alberto I, en 2005 recorrió todo el archipiélago de Svalbard. En 2006, pisó el Polo Norte tras una caminata de cuatro días y, tres días más tarde, realizó un viaje de ida y vuelta de 17 días, visitando varias estaciones científicas de la Antártida, convirtiéndose así en el primer jefe de Estado en visitar ambos polos.

Sin embargo, sólo cuando comparó las fotografías de su bisabuelo in situ, el Príncipe Soberano fue plenamente consciente del drama que se estaba desarrollando en el Ártico. «Me sorprendió ver que el glaciar Lilliehöök, uno de los más grandes de Spitsbergen, había retrocedido varios kilómetros, a pesar de estar a casi 80° N», relata. Los análisis de los científicos de los núcleos de hielo que mostraban el impacto del aumento del CO2 en la atmósfera no hicieron más que reforzar su decisión de actuar. En 2006, creó su fundación homónima y le dio tres prioridades: la gestión de los recursos hídricos, la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad, especialmente en los polos. El apoyo a la investigación, único medio para desarrollar la acción, ocupa un lugar importante. «Me parece esencial destacar estas regiones. Las tierras polares no son un terreno de aventuras, el dominio de los científicos o un nuevo destino turístico. Son el laboratorio del futuro de nuestro planeta», explica.

Alberto I, Príncipe de Mónaco
Convencido de que la ciencia es el camino del progreso, el Príncipe Alberto I, gran navegante, realizó 28 campañas oceanográficas entre 1885 y 1915. Gracias a sus lecturas, se sintió especialmente fascinado por la exploración polar. En 1898 realizó un primer viaje al archipiélago de Svalbard, al norte de Noruega. Repitió este viaje tres veces, visitando Spitsbergen en 1899, 1906 y 1907. El glaciar Monacobreen todavía puede verse allí. Su barco, el Princesse-Alice II, está considerado como el mejor barco oceanográfico de su época. Sus equipos realizaron estudios hidrográficos, analizaron la fauna bentónica y los fondos marinos, ya que los equipos de a bordo permitían operar a profundidades de hasta 6.000 m. También soltaron los primeros globos meteorológicos para estudiar la atmósfera, operación en la que hasta entonces se utilizaban cometas.

¿Imaginaba el Príncipe que los cuadros realizados por los artistas a bordo junto con los científicos, así como las numerosas fotografías perfectamente localizadas, servirían de base documental para medir los efectos del cambio climático y, en particular, el espectacular retroceso de los glaciares?

El ciencia para la acción

Desde 2010, el Centro Científico de Mónaco (CSM), un instituto de investigación multidisciplinar de pleno derecho, ha aumentado la fuerza de su equipo con un nuevo departamento dedicado a la biología polar. La investigación polar del CSM tiene como objetivo evaluar el estado de salud de los ecosistemas polares mediante el seguimiento electrónico y telemétrico a largo plazo, en tierra y en el mar, de las especies bioindicadoras (aves marinas, incluidos los pingüinos) de estas regiones duramente afectadas por los trastornos climáticos y otras presiones antropogénicas (por ejemplo, la contaminación, la pesca). Más allá del estudio de las potencialidades adaptativas de estas especies frente a los cambios de su entorno, los objetivos de la investigación de este departamento son poner a disposición resultados y herramientas vitales para establecer planes de acción para la preservación de los ecosistemas polares y su biodiversidad (por ejemplo, mediante la creación de Áreas Marinas Protegidas).

CÉLINE LE BOHEC, INVESTIGADORA DEL CSM,
PREMIADA POR LA ACADÉMIE DES SCIENCES

Entre los recientes descubrimientos del investigador, el trabajo publicado en la revista científica internacional Nature Climate Change muestra que más del 70% de los pingüinos reales, una especie que se encuentra principalmente en las islas subantárticas de Crozet, Kerguelen y Marion/Prince-Edwards, podrían enfrentarse a opciones drásticas de aquí a finales de siglo: para algunos, adaptarse, para otros, desaparecer o migrar más al sur.

El actual calentamiento del planeta está provocando que el Frente Polar Antártico, una vasta despensa de peces que separa las aguas antárticas de las subantárticas, se aleje cada vez más de estas islas donde se reproducen los pingüinos reales. Así, para alimentar a sus polluelos, los pingüinos tienen que recorrer distancias cada vez mayores, tardando cada vez más tiempo, lo que obliga a las crías a ayunar durante períodos cada vez más largos, hasta el punto de que su supervivencia está en juego.

17.000 PINGÜINOS SON OBJETO DE UN SEGUIMIENTO
CONTINUO DESDE PRINCIPIOS DE LA DÉCADA DE 2000.

Pingüinos en el corazón del Centro Científico de Mónaco

¿Cuáles son las capacidades de adaptación de los pingüinos (reales, Adelia, emperador, etc.) ante las modificaciones de su entorno debidas al cambio climático? Este es el principal reto al que se enfrenta la investigación que lleva a cabo el Departamento de Biología Polar del CSM, creado en 2010. Se está trabajando en cuatro lugares: las islas subantárticas de Crozet y Kerguelen, en Pointe-Géologie en la Tierra de Adelia y en Akta Bay en la Tierra de la Reina Maud en el continente antártico. Los estudios se centran sobre todo en las respuestas individuales de los animales, pero también en determinar cómo se desarrollan sus poblaciones en diferentes escenarios climáticos. Para ello, el equipo trabaja en el desarrollo de herramientas de observación mínimamente intrusivas. Así, se han imaginado y utilizado numerosas innovaciones metodológicas: plataformas de pesaje automático, sistemas de identificación permanentes o móviles, cámaras de vídeo para registrar los movimientos de los individuos en la colonia, sensores a bordo…

En colaboración con el CNRS y los programas de los institutos polares francés (IPEV-137) y alemán (AWI-MARE), casi 17.000 pingüinos son objeto de un seguimiento continuo desde principios de los años 2000, gracias a chips implantados bajo la piel, lo que permite realizar estudios a largo plazo. Las nuevas tecnologías, como la identificación por radiofrecuencia (RFID), los microloggers (GPS/ARGOS, medidores de profundidad, acelerómetros o acústicos…), las cámaras de vídeo controladas a distancia o los vehículos que operan en tiempo casi real desde los laboratorios, están permitiendo recoger nuevos datos vitales para perfeccionar la modelización de las poblaciones y su reacción a los cambios globales.s.

Acción y movilización

Desde su creación, la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco ha hecho de los polos una prioridad, apoyando proyectos sobre el terreno, campañas de información y sensibilización y promoviendo la investigación científica. Con este mismo espíritu, lanza ahora su iniciativa polar: un esfuerzo programático a lo largo de cuatro años, de 2022 a 2025, para que su implicación en la conservación de los entornos polares sea aún más proactiva.

La iniciativa se centra en las áreas de interés tradicionales de la Fundación: la ciencia, la promoción, el refuerzo de la capacidad de conservación y la acción. Se han retenido cuatro líneas de trabajo para estos cuatro medios de acción. En cuanto a la ciencia, se ha organizado un simposio en febrero de 2022 y otro en 2024. En cuanto a las capacidades, la iniciativa polar permitirá completar el programa de becas del Comité Científico de Investigación Ártica (SCAR) y del Comité Científico Internacional del Ártico (IASC).

El objetivo es promover la sinergia entre todas estas diferentes intervenciones: los inmensos retos a los que se enfrentan los polos requieren un enfoque multidisciplinar y el apoyo de todas las partes interesadas, incluidas las comunidades indígenas y los actores locales.

+38 °C es el récord de calor registrado en Verkhoyansk, en el extremo norte de Siberia, el 20 de junio de 2020.

LA FUNDACIÓN PRÍNCIPE ALBERTO II EN LA CABECERA DE LOS POLOS

Entre los proyectos polares apoyados por la Fundación, citemos el minucioso trabajo que está llevando a cabo el Instituto de Investigación Polar Scott (2020-2022) con la intención de establecer una línea de varada para el casquete polar antártico (el límite a partir del cual el hielo terrestre cae al océano, convirtiéndose en una plataforma flotante). Este fenómeno contribuye directamente a la subida del nivel del mar. El retroceso de esta línea hacia el continente actúa, por tanto, como una señal sensible de la pérdida de hielo. El objetivo de este proyecto es realizar una evaluación cronológica detallada de los cambios en la línea de varada de todo el casquete polar antártico. Otro ejemplo: el apoyo al proyecto Ice Memory que lleva a cabo la Fondation Université Grenoble Alpes. se renovará hasta 2025. El objetivo del proyecto es crear un patrimonio de núcleos de hielo recogidos en diferentes glaciares del mundo antes de que desaparezcan: una materia prima inestimable para los científicos del futuro. Los testigos de hielo se almacenarán en la estación polar Concordia, en la Antártida.

También podemos mencionar la expedición Tara Arctic de 2013, que permitió recoger información sobre la composición y la dinámica de los sistemas marinos polares; el trabajo de Birdlife International para evitar la extinción de los pingüinos en varias regiones del hemisferio sur, o el proyecto Antártico-Nieve llevado a cabo por el CNRS con la intención de describir la variabilidad del clima y el medio ambiente en la Antártida oriental durante los últimos 1.000 años, gracias a la medición de los isótopos del agua.

Simposio
« The cold is getting hot! »

¿Cómo y a qué velocidad afectan los cambios que se producen en los polos al clima planetario y a la vida en la Tierra? ¿Por qué nos concierne a cada uno de nosotros?

Estas cuestiones constituyen el núcleo del simposio titulado «El frío se calienta». Presididos por S.A.S. el Príncipe Alberto II de Mónaco, estos encuentros están organizados por la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, en asociación con el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR) y el Comité Científico Internacional del Ártico (IASC), con el apoyo del Instituto Oceanográfico, y en colaboración con el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias del Mar para el Desarrollo Sostenible.

El simposio se ha celebrado los días 24 y 25 de febrero en el Museo Oceanográfico de Mónaco. Cuestiones como el deshielo del mar Ártico en verano, el deshielo del permafrost, el deshielo de la capa de hielo no sólo en Groenlandia sino también en la Antártida -que por sí solo podría representar una subida de 3,3 metros en los océanos- estarán en el centro de estas conversaciones. El objetivo fundamental de estos trabajos es alimentar y orientar las decisiones políticas nacionales e internacionales revisando el papel esencial de la criosfera en el clima.

MONACO BLUE INITIATIVE

Lanzada en 2010 por S.A.S. el Príncipe Alberto II de Mónaco, esta plataforma de debate organizada conjuntamente por su Fundación y el Instituto Oceanográfico reúne a los principales responsables de la toma de decisiones, científicos, representantes de ONG y del sector privado para abordar los retos globales actuales y futuros en materia de gestión y conservación de los océanos. La 13ª edición (21 de marzo de 2022) se centra en tres temas principales que se abordarán no sólo en términos del Océano en general, sino también desde la perspectiva cruzada del Océano Ártico y el Mediterráneo. Estos dos mares, geográficamente distintos, comparten la característica común de ser relativamente cerrados y estar rodeados de tierra. Si el Mar Mediterráneo está sometido ahora a presiones antropogénicas muy fuertes, a largo plazo el Océano Ártico podría seguir su ejemplo.