El descubrimiento de la anafilaxia
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En el verano de 1901, el Príncipe Alberto I dirigió su expedición anual al Atlántico desde las islas de Cabo Verde hasta las Azores. En campañas anteriores, con el Dr. Jules Richard, su estrecho colaborador, había tenido ocasión de observar que los marineros manifestaban un dolor extremadamente agudo, que podía llegar hasta el síncope, cuando entraban en contacto con una especie de medusa, un cnidario pelágico llamado Physalia physalis. Pensó que probablemente se trataba de un veneno.
Charles Richet, profesor de la Facultad de Medicina de París, y Paul Portier, ayudante de fisiología en la Sorbona, fueron invitados a unirse a la expedición para aislar este veneno y estudiar este fenómeno. Los trabajos realizados a bordo del segundo La princesa Alicia con el físico, y luego a su regreso a París, especialmente con el anémonas Actinia equina y Anemonia cerae, consistía en inyectar extractos de cnidarios en cobayas (perros y palomas), con un lapso de tiempo suficientemente largo entre cada inyección y utilizando dosis bajas de toxinas.
En lugar de ser inmunes, los conejillos de indias se volvieron cada vez más sensibles, llegando a morir. Richet y Portier publicaron el descubrimiento de la anafilaxia en 1902 y la definieron así: » Llamamos anafilaxia, por oposición a la filaxia, a la propiedad de un veneno de disminuir y no reforzar la inmunidad cuando se inyecta en dosis no letales. Este descubrimiento sentó las primeras bases de la alergología (todos los conocimientos relativos a las reacciones provocadas en el organismo por la introducción de una sustancia extraña llamada antígeno) y le valió a Charles Richet el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1913.
Experimentando con extractos de los tentáculos de ciertas anémonas marinas, Richet y Portier descubrieron que los perros a los que se les inyectaba el extracto se volvían excesivamente sensibles a la acción de una segunda dosis. Estos perros podían morir por una cantidad que era sólo una fracción de la dosis mortal para un perro no tratado. Llamaron a este estado de sensibilidad anormal del sujeto a la acción de ciertas sustancias Anafilaxia. ...] Al principio hubo mucha sorpresa e incredulidad, ya que los estudiosos habían estado acostumbrados hasta entonces a considerar la reacción de inmunización o de disminución de la sensibilidad como la respuesta adecuada de un organismo a la inyección de sustancias extrañas. Por ello, resulta sorprendente que se produzca exactamente el fenómeno contrario. De este modo, las leyes de la inmunidad quedaron completamente anuladas.
Le Prince Albert Ier Avril 1921
Prince de Monaco 1889-1922